jueves, 19 de agosto de 2010

LOBITO BUENO (II)

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- Si, si suéltame. Me duele mucho. Te lo prometo. Dijo el lobo.
- ¿Me lo prometes de verdad?
- Si, lo prometo, suéltame.

El conejo se acercó más aun y con miedo pero decisión por lo que iba ha hacer llegó hasta el lobo y con sus fuertes patas de saltar consiguió abrir los dientes de hierro y el lobo quedó libre.
En ese mismo instante el lobo abrió su gran boca llena de dientes y se comió al conejo de un solo bocado.

Mucho, mucho tiempo después, cuando ya se había curado de sus heridas, nuestro lobo de cuento volvió a pasear por el bosque frondoso cercano a su casa; con el pasar de los días olvidó al conejo que le había salvado la vida, y paseaba sin temor ni respeto, altanero, como señor de todo, sin embargo en lo profundo de su corazón había una marca que no se borra, que no se va con el tiempo, la marca del que estaba muerto y se le regaló vida, pero no quiere recordarlo.
Durante algún tiempo el lobo vivió tranquilo, pero según crecía también crecía dentro de él una sensación rara, como de vacío, como de no saber para que estas aquí.
Una fresca tarde de primavera volvía de ver a sus amigos lobos, y volvía triste y melancólico porque ningún conocido suyo sabía que le pasaba, cuando al rodear un gran árbol, un gran roble, encontró un pequeño conejo atrapado por los dientes de hierro de los hombres. Su primer pensamiento fue comerse al conejo para merendar, pero cuando ya iba a hincar el diente, apareció en su memoria el conejo que lo había salvado, y olvidando que era un lobo no se comió al conejo, con sus fuertes colmillos abrió la trampa y se fue.
Cuando ya se alejaba el conejo lo llamó desde lejos:

-¡Eh lobo¡¿Por qué me has soltado en lugar de comerme?
- Hermano conejo, lo he hecho porque hubo uno que murió por ti, para que tú no mueras hoy.
-Pero ¿Si eres un lobo? ¿Cómo lo has hecho?
-Recordando a aquel que murió por ti y por todos los animales del bosque.

Al decir esto dio media vuelta y continuó hasta su humilde casa de lobo. Por su parte el pequeño conejo corrió a su madriguera y contó a todos lo que le había pasado con el lobo. Al principio no le creyeron y dijeron que estaba loco, pero otros animales contaron después historias sobre un lobo que no los perseguía, de un lobo que los ayudaba, que los protegía de las trampas de hierro, de un lobo especial.
Tantos animales contaban esas historias que todo el bosque se enteró, y muchos quisieron ir a verlo y a hablar con él y todos le preguntaban: ¿Por qué?

- Porque hubo uno que murió por ti. Contestaba siempre él.

Todo el bosque se asombró de aquel lobo, su familia no lo entendía y sus amigos decían que ya no era un lobo de verdad, porque no comía animales; pero él no se enfadaba con ellos y los quería igual.
Los lobos no lo entendían, otros no lo querían, pero muchos animales salvaron la vida por aquel lobo especial, un lobo que no hacía cosas de lobos en un mundo de lobos, por eso los animales lo querían y empezaron a llamarlo el lobito bueno.

FIN

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