jueves, 7 de mayo de 2009

El encuentro (II)

........ya hemos esperado suficiente. Empujamos la puerta y oscila sin resistencia.

- Buenas noches señores- digo entrando en la estancia.
- ¿Qué es esto?- dice nuestro hombre con tono pausado, intentando mostrarse seguro y firme. – Creía que era una reunión privada.

Hecho un rápido vistazo mientras Gaelanor cierra la puerta y se pone a mi lado, la penumbra solo se disipa en torno a los seis hombres, sentados en almohadones en torno al tablero y los dados. El mediador es el dueño de la taberna y está muy nervioso, los otros nos miran con temor, no están acostumbrados a no tener cerca a sus escoltas. Sin embargo él no tiembla, él no tiene temor, Kazuo de Pzelt si está acostumbrado a este tipo de altercados y por ello toma la iniciativa.

-Ya que han interrumpido nuestro juego, déjense ver; que sepamos quien tiene tan malos modales-.

Su tono burlón no me agrada, pero es incapaz de tomarse algo en serio. Doy un paso hacia ellos, para que puedan verme, pero le hago un gesto a Gael con la mano para que no se deje ver.

- Hola Kazuo, ¿Cuánto ha pasado desde Ohorin? Bueno, nunca será suficiente. Señores no se alteren, solo necesito hablar con su compañero de juegos, y no les molestaremos más.

- Nunca olvidarás aquello, en fin es problema tuyo. Señores tomesen una copa junto a nuestra guapa acompañante, no creo que esto dure demasiado.

Los jugadores son altos cargos en la sociedad de la ciudad portuaria, uno controla el comercio de telas provenientes del lejano Étilion, otro es jefe de la hermandad de artesanos orfebres, los otros dos son jóvenes que pertenecen a alguna casa noble de la zona. Todos se levantan cautelosos, empiezan a hablar entre ellos y sobre todo con el tabernero, no están muy contentos con él.

- Bien Dann, ¿Qué quieres de este viejo contratista?

Kazuo sigue recostado en los cojines y me mira con desdén mientras me habla. Empiezo a notar su incomodidad, eso es bueno, quizá no tarde mucho en decir lo que necesitamos.

- Yo diría contrabandista, y quiero que me digas donde está. – Aun recuerdo lo rápido que es, así que saco la daga.

- Es cierto, ese término me describe mejor. ¿Pero qué o quién es lo que está dónde? ¿Y si lo supiera porqué debería decírtelo viejo amigo?

- No somos amigos, ya no. Y me dirás donde está el Ojo del Guerrero por que de lo contrario iré a ver a Elena y le diré que sigues vivo y que estás en la ciudad.

Por fin me prestaba atención, Elena era su hija de once años y hace dos que cree que su padre murió en una expedición cuando su caravana fue asaltada por contrabandistas en las colinas de Ararehín, camino de Ulurtzy, la ciudad de los gatos. Lo que pocos sabían era que él controlaba a los contrabandistas y que fue él quien dio la orden de asalto a su propia caravana, en la que murieron tres mozos de cuadras, dos mercaderes y alguien con las ropas de Kaz-Urmu el explorador que se suponía era el guía y jefe de la expedición.

- No te atreverías ¿Verdad?..... Has cambiado Danforth estos métodos son los que Nym habría utilizado, pero tú no.

- Tengo prisa, esto es algo más importante que nuestras viejas rencillas. ¿Dónde está?

- Tu ganas.