jueves, 26 de noviembre de 2009

MEMORANDO

Esta es la noche en que mi memoria juega con mis recuerdos.

Me cuesta distinguir que recuerdos ocurrieron y cuales son sueños que mi memoria recoge de donde los guardé con la esperanza de olvidarlos. Ahí estamos los dos, cogidos de la mano, yo suspiro cuando te paras para ver de cerca las flores y tú te sonríes cuando me impaciento, los pajarillos saltan de rama en rama, como jugueteando con las hojas (sueño); hoy te llamo por teléfono y no me contestas, suena y suena pero no contestas… me decido y voy a verte, pregunto por tu habitación, subo por el ascensor y resulta que no estás… a sí estás, en la sala común y rodeada de los tuyos, siento que sobro, que estorbo, pero mi ansia de verte me puede y me quedo un rato; la próxima semana es tu cumpleaños, ¿qué puedo hacer? ¿qué que te agrade y no resulte muy pretencioso? Todos los años desde que te conozco me pasa igual….. este año te regalo un relato, un cuentecillo para hacerte sonreír, el pasado una reproducción de un dibujo a carbón en la roca, lo último que te regalé fue un dibujo…; estamos en la ribera de un río y miramos con entusiasmo la cascada rodeada de helechos, el agua nos salpica levemente pero tus caricias recogen las gotitas de mi cara (sueño).


Esta noche no es como el resto de las noches, es diferente y mi memoria juega al escondite con la realidad, yo siempre perdía a este juego……

lunes, 20 de julio de 2009

Hoy es un día triste

Hoy es un día triste. Hoy no aparecen en el cielo señas de alegría, no quedan más que jirones de melancolía y manchas de turbulencias trémulas. Nunca hasta este momento vi una desesperanza tal, y es que nunca mi corazón estuvo tan dolido.

Y es que hoy es el día en que la soledad ocupa todo, ya no hay nada para mí fuera de ella. Hoy es el día en que el último resquicio de mi se ha vuelto contra mí, es el día en que me rindo ante la desesperanza y la oscuridad. Ya no queda hueco donde pueda habitar la esperanza y es que he desterrado la alegría de mi vida. Ahora me hundo lo oscuro de la desazón para no volver, para alejarme del mundo que me rodea el alma.

lunes, 8 de junio de 2009

La gloria de las flores

“Que aunque el resplandor que fue una vez tan brillante
Sea ahora arrebatado para siempre de mi vista,
aunque nada pueda devolver la hora de esplendor en la hierba,
de gloria en la flor;
no debemos afligirnos...
porque siempre encontraremos la fuerza de la esperanza
en lo que queda atrás, en el recuerdo”

William Wordsworth.

jueves, 7 de mayo de 2009

El encuentro (II)

........ya hemos esperado suficiente. Empujamos la puerta y oscila sin resistencia.

- Buenas noches señores- digo entrando en la estancia.
- ¿Qué es esto?- dice nuestro hombre con tono pausado, intentando mostrarse seguro y firme. – Creía que era una reunión privada.

Hecho un rápido vistazo mientras Gaelanor cierra la puerta y se pone a mi lado, la penumbra solo se disipa en torno a los seis hombres, sentados en almohadones en torno al tablero y los dados. El mediador es el dueño de la taberna y está muy nervioso, los otros nos miran con temor, no están acostumbrados a no tener cerca a sus escoltas. Sin embargo él no tiembla, él no tiene temor, Kazuo de Pzelt si está acostumbrado a este tipo de altercados y por ello toma la iniciativa.

-Ya que han interrumpido nuestro juego, déjense ver; que sepamos quien tiene tan malos modales-.

Su tono burlón no me agrada, pero es incapaz de tomarse algo en serio. Doy un paso hacia ellos, para que puedan verme, pero le hago un gesto a Gael con la mano para que no se deje ver.

- Hola Kazuo, ¿Cuánto ha pasado desde Ohorin? Bueno, nunca será suficiente. Señores no se alteren, solo necesito hablar con su compañero de juegos, y no les molestaremos más.

- Nunca olvidarás aquello, en fin es problema tuyo. Señores tomesen una copa junto a nuestra guapa acompañante, no creo que esto dure demasiado.

Los jugadores son altos cargos en la sociedad de la ciudad portuaria, uno controla el comercio de telas provenientes del lejano Étilion, otro es jefe de la hermandad de artesanos orfebres, los otros dos son jóvenes que pertenecen a alguna casa noble de la zona. Todos se levantan cautelosos, empiezan a hablar entre ellos y sobre todo con el tabernero, no están muy contentos con él.

- Bien Dann, ¿Qué quieres de este viejo contratista?

Kazuo sigue recostado en los cojines y me mira con desdén mientras me habla. Empiezo a notar su incomodidad, eso es bueno, quizá no tarde mucho en decir lo que necesitamos.

- Yo diría contrabandista, y quiero que me digas donde está. – Aun recuerdo lo rápido que es, así que saco la daga.

- Es cierto, ese término me describe mejor. ¿Pero qué o quién es lo que está dónde? ¿Y si lo supiera porqué debería decírtelo viejo amigo?

- No somos amigos, ya no. Y me dirás donde está el Ojo del Guerrero por que de lo contrario iré a ver a Elena y le diré que sigues vivo y que estás en la ciudad.

Por fin me prestaba atención, Elena era su hija de once años y hace dos que cree que su padre murió en una expedición cuando su caravana fue asaltada por contrabandistas en las colinas de Ararehín, camino de Ulurtzy, la ciudad de los gatos. Lo que pocos sabían era que él controlaba a los contrabandistas y que fue él quien dio la orden de asalto a su propia caravana, en la que murieron tres mozos de cuadras, dos mercaderes y alguien con las ropas de Kaz-Urmu el explorador que se suponía era el guía y jefe de la expedición.

- No te atreverías ¿Verdad?..... Has cambiado Danforth estos métodos son los que Nym habría utilizado, pero tú no.

- Tengo prisa, esto es algo más importante que nuestras viejas rencillas. ¿Dónde está?

- Tu ganas.

martes, 3 de marzo de 2009

El encuentro

Los gritos de la mesa más cercana enmudecen las palabras de Gaelanor; solo intuyo lo que quiere decir, pero no hace falta más, estoy pensando lo mismo, este antro no puede traernos nada bueno. Me hace un gesto, miro, y veo a quien andábamos buscando. Es inconfundible, siempre con su fajín escarlata; él ha cambiado de aspecto, ha adelgazado casi tres arrobas, ahora lleva barba pero no se ha quitado su fajín. Miro a Gael y nos levantamos, lo seguimos por entre las mesas y el tumulto de gente medio borracha. No nos damos prisa, sabemos bien a donde se dirige, ya lo descubrimos dos noches atrás. Con un par de besos de Gaelanor y un puñado de monedas Alys estuvo encantada de darnos la información correcta en aquel callejón mugriento aunque no mucho más que la cochiquera llena de ebrios y despeinadas por la que nos movemos hasta el primer piso; ha entrado por la tercera puerta, la última. Por Alys sabemos que dentro habrá siete personas: el mediador, la moza y los jugadores, solo estos pondrán problemas. Por ahora esperamos un poco antes de entrar, es mejor que empiecen el juego y se relajen. Nadie de abajo repara en nosotros y menos ahora que entra un juglar. Desde el altillo vemos como va directamente hacia el mozo, esta noche no viene a trabajar, lo único que quiere es un trago; espera al mozo y su jarra en un taburete, aun va sobrio y puede echar un vistazo a la clientela, suspira, alza la vista y nuestras miradas se cruzan. No le da tiempo a fijarse en nosotros, el mozo ha vuelto y alguien se ha percatado de su atuendo, comienzan las carcajadas y la petición de canciones obscenas. Gael me avisa con el codo, sí, ya hemos esperado suficiente. Empujamos la puerta y oscila sin resistencia........

viernes, 20 de febrero de 2009

En el jardín

Se dejan mecer las flores violetas del jardín; cerca del cedro viejo los gorriones alborotan el descanso de la ardilla adormecida, mientras las jumas caen con suavidad sobre el manto verdoso; fluye sin descanso el agua por entre las rocas, ya usadas y cansadas de oponerse al ímpetu de su avance; ya se deja oír por encima de lo demás el zumbido constante de las primeras abejas de la mañana, en busca de los romeros del seto circundante; en lo azul del cielo solo algunos jirones de nube interrumpen su claridad; por entre los murmullos oigo leves pasos sobre las maderas, apenas unas gotas las salpican, que salvan el pequeño cauce. Se acerca con calma, lentitud cariñosa. Noto sus dedos entre mi pelo, sus labios en mi cuello, un beso. No ha dicho una palabra y ya me ha alegrado, más si cabe, el día. Me vuelvo a ella, la abrazo y juntos contemplamos la belleza del mundo y la tranquilidad de la mañana. Necesito esta calma y ahora la necesito a ella , pues ya viene la tormenta a mi vida y no sé si terminará…