viernes, 20 de febrero de 2009

En el jardín

Se dejan mecer las flores violetas del jardín; cerca del cedro viejo los gorriones alborotan el descanso de la ardilla adormecida, mientras las jumas caen con suavidad sobre el manto verdoso; fluye sin descanso el agua por entre las rocas, ya usadas y cansadas de oponerse al ímpetu de su avance; ya se deja oír por encima de lo demás el zumbido constante de las primeras abejas de la mañana, en busca de los romeros del seto circundante; en lo azul del cielo solo algunos jirones de nube interrumpen su claridad; por entre los murmullos oigo leves pasos sobre las maderas, apenas unas gotas las salpican, que salvan el pequeño cauce. Se acerca con calma, lentitud cariñosa. Noto sus dedos entre mi pelo, sus labios en mi cuello, un beso. No ha dicho una palabra y ya me ha alegrado, más si cabe, el día. Me vuelvo a ella, la abrazo y juntos contemplamos la belleza del mundo y la tranquilidad de la mañana. Necesito esta calma y ahora la necesito a ella , pues ya viene la tormenta a mi vida y no sé si terminará…