lunes, 25 de agosto de 2008

Esperanza en la Aurora

Se llamaba Amanecer; como cada aurora aquel albor luminoso la hizo despertar como solo ella despertaba, suave, lenta, dulce y cariñosamente. El día empezaba ahora para el resto del mundo, a su son, su compás, su belleza. Su angelical rostro translucía esperanza mientras uno se sume en la tiniebla por el solo pensamiento de la distancia, los horizontes el infinito, los instantes la eternidad, todo pierde significado y sentido si ella no está, su ausencia será muerte para él.

Amanecer está lista, él aun se lamenta por la perdida. Se acerca, acoge su deshilachado rostro en la suavidad de sus manos. La mira, entristecido, llorando; recoge las lagrimas en un beso, una caricia, ahora él regresa de la noche y contempla su esperanza en la dulce mirada de Amanecer. Se ha ido, ha cerrado la puerta y se ha ido; él continua sentado, con la mirada fija en la puerta cerrada, experimentando la esperanza que ha recibido, absorto en su muda sonrisa; ella camina ya, alejándose pensativa por la sinuosa vereda, lo sabe a él frágil, tierno, de efímera fortaleza, esto la hizo dudar y la hace pensar y acelerar su presuroso y solitario caminar hacia el ocaso y ....................

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